Hace algunos días conocimos el suicidio del etarra Igor González Sola, autor material del asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997, en la cárcel de Martutene, en San Sebastián. El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha expresado en el Senado su “profundo lamento” por la muerte del terrorista, y ello, como es natural, ha sido motivo de enorme indignación social.
Pedro Sánchez acaba de insultar a todas las víctimas de ETA arrodillándose ante Bildu en el Senado diciendo que "lamenta profundamente" la muerte del etarra Igor González Sola después de que se suicidara.
¡Pero qué miserable es! pic.twitter.com/JnVTKrQHgC
— Caso Aislado (@CasoAislado_Es) September 8, 2020
Cada año, más de una veintena de presos se suicidan en prisión. Nunca hemos escuchado a un Presidente del Gobierno lamentar estos fallecimientos… ¿Por qué esta vez sí?
La absoluta bajeza moral del personaje es sin duda una de las razones. Y relacionada con ella encontramos otra: Bildu, partido político heredero de ETA, como tantos otros partidos nocivos para el país, es una pieza clave para el equilibrio del Gobierno de España. Es decir, que el Gobierno de la Nación comparte mesa con – por no decir que se arrodilla ante – separatistas, radicales y (ex)terroristas.
Tanto la participación de Bildu en la política nacional, como el lamento de Sánchez por la muerte del etarra, constituyen tremendas humillaciones para las víctimas del terrorismo – y así se lo recriminaban al Presidente en sede parlamentaria. Humillaciones que se agravan aún más, si cabe, cuando recordamos que ETA tiene en su haber más de 800 asesinatos – por los que no hemos oído lamentarse a Pedro Sánchez, y que en su día el PSOE (también Podemos) votó en contra de la comisión europea que habría de investigar los 379 que quedan aún sin resolver. La condena frontal y sin ambages del terrorismo es para todos una obligación moral, y particularmente se le impone a cualquier representante público de un país que se pretenda democrático, pero en España la tendencia es la contraria, y así las víctimas de ETA han de sumar a su dolor el desprecio del Gobierno y las instituciones políticas.
El asesinato de Miguel Ángel Blanco, a manos de Igor González Sola y sus compañeros terroristas, llevó en su día a España a mostrar, como pocas veces en su historia reciente, su dignidad como país. Es hora de que volvamos a demostrarla, reclamando, de una vez por todas, la dimisión del abyecto Sánchez, porque cualquier cosa que no sea estar del lado de las víctimas con absoluta claridad está fuera de lugar en el tablero de juego de la democracia.
Mostremos nuestra oposición a la deriva radical y a la degeneración moral del Gobierno de España. Exijamos, en nombre de las víctimas del terrorismo etarra, ladimisión de Pedro Sánchez.
¡Firma la petición!
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