El día 27 de enero se celebró el Día Europeo de la Memoria del Holocausto y el Día Internacional de la Memoria del Holocausto y Prevención de los Crímenes contra la Humanidad.La fecha coincide con la liberación, en 1945, del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, donde más de un millón de personas (el 90% de ellas judías) fueron asesinadas por el nazismo.
Tras la Primera Guerra Mundial emergen, junto con las democracias liberales, dos formas de totalitarismo: el nazismo y el comunismo.Estas dos ideologías han pasado a la historia como antagónicas, adquiriendo el nazismo todas las connotaciones negativas y envolviéndose el comunismo en un halo de santidad.
Sin embargo, las diferencias entre ambas, fundamentalmente ideológicas, se diluyen en sus similitudes: la voluntad de subordinar al individuo al proyecto genocida estatal, el desprecio por los derechos humanos y la falta de escrúpulos a la hora de masacrar etnias y grupos sociales adversos.Las ideologías nazi y comunista son las dos grandes manchas del siglo XX, y, si bien en la Segunda Guerra Mundial logramos erradicar la primera, la segunda hoy goza de buena salud, y continúa su camino de destrucción y miseria por todo el mundo.
El pasado 27 de enero, el Grupo Parlamentario VOX presentó una proposición no de ley relativa a la memoria del Holocausto y la prevención de los crímenes contra la Humanidad. En Asturias, VOX se suma a la iniciativa nacional, añadiendo la demanda a las instituciones nacionales de que declaren el 27 de enero como “Día Europeo de la Memoria del Holocausto” y “Día Internacional de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad”. Se quiere rendir homenaje a las víctimas, reconocer y recordar a los que lucharon contra la barbarie y que nuestro país exprese una condena firme de los totalitarismos del siglo XX.
Estamos hablando demostrar una oposición total, sin medias tintas, del totalitarismo.La condena del nazismo es un lugar común en la cultura europea, y sobran buenas razones para ello. Sin embargo, el comunismo se ha convertido en poco menos que uncompañero de viaje de las democracias liberales en Europa – particularmente de la española.La habitual equidistancia que caracteriza a nuestros políticos no parece aplicarse aquí.
Exigimos, pues, una oposición sin paliativos por parte de nuestros gobernantes a la lacra totalitaria del siglo XX. Una condena que muestre a las claras el compromiso de la política española con la libertad, la justicia y la prosperidad de las naciones. Una declaración de intenciones, que evidencie que España es firme defensora de los Derechos Humanos, y exprese un rechazo absoluto de la sinrazón.
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