El COVID, es algo que ha venido para quedarse. Tenemos que aprender a convivir con él, utilizando una metáfora; en la antiguedad cuando aparecía a un animal desconocido, la gente se escondía en las cuevas, pero al final los más fuertes y valientes, tenían que salir para «pelear con él» y para poder seguir sobreviendo.
España es ya uno de los países de la órbita occidental con las medidas más restrictivas frente a la expansión del Coronavirus. Pero no basta con condenar a la ruina a la hostelería y otros sectores no esenciales – para quien no vive de ellos, claro está –, o decretar un toque de queda propio de tiempos oscuros. Por razones que se nos escapan, el totalitarismo del Gobierno del progreso no está siendo capaz de doblegar la curva de infecciones, y nuestro país se encuentra (otra vez) a la cabeza del mundo en lo que respecta a la incidencia de la pandemia.
Así las cosas, el Ejecutivo prepara un nuevo confinamiento domiciliario. Desde esta plataforma rechazamos frontalmente la medida, por considerarla no solo inútil, sino también perjudicial. La experiencia pasada demuestra que la movilidad de la población se reduce de manera poco significativa, al tiempo que la economía se paraliza y el país se sume en la más absoluta miseria. Dicho lo cual, y ante la evidente necesidad de adoptar medidas que frenen el virus, exigimos que el Gobierno reconsidere su postura y valore opciones más racionales y razonables.
Recientemente se ha comenzado a debatir en Italia la posibilidad de confinar tan solo a aquellos cuya salud se encuentre en mayor riesgo – fundamentalmente, las personas mayores. Avalada por decenas de miles de científicos (los firmantes manifiesto Great Barrington) contrarios a los confinamientos generales, esta propuesta, aunque implica un indeseable confinamiento, se orienta con claridad a la protección de los más débiles y no paralizaría por completo la economía. Otra opción a considerar, para evitar confinar a nadie podría ser la alternativa alemana/sueca: programas de protección específicos para personas vulnerables (reserva de horarios comerciales, reparto de mascarillas y transporte privado gratuitos…).
Hemos de implementar medidas eficaces, garantistas para con la salud de todos, pero que, al mismo tiempo, no destruyan por completo nuestra economía. El confinamiento domiciliario general es arbitrario, inoperante y perjudicial para la economía y la sociedad, y tiene más que ver con la voluntad dictatorial del Gobierno de vulnerar nuestros derechos que con la de proteger a la ciudadanía. Hay otras formas de superar esta crisis, y es el deber del Gobierno salir de su cerrazón totalitaria y comenzar a trabajar de una vez por todas por el bien de España.
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