Como sabes, y posiblemente recuerdes en tu casa cada mes al recibir las cuentas, la electricidad en España es exorbitantemente cara.
Pero ¿Cara para quién? Es una preguna que cabe hacerse. Cara para ti, para nosotros, y para todos los españoles que en este siglo ya no imaginamos una vida sin este fundamental servicio.
Una vez respondida esta pregunta, pasemos a la siguiente cuestión: ¿Por qué es cara la luz? O mejor dicho, ¿Por qué es más cara en nuestro país que en la mayoría de los otros del continente? La respuesta no sorprende nunca: impuestos.
La luz no es cara por un malvado capitalista que decide subir los precios a su antojo para hacer que la gente trabaje más o le de más dinero, para nada. Es más cara por un malvado sector público parasitario y monopólico que decide subir los precios –de los impuestos, es decir del estado- para mantener un aparato burocrático que hace años crece como una bola de nieve rodando cuesta abajo, y que en este gobierno no para de incrementarse castigando a los españoles que viven de su trabajo y su esfuerzo en el sector privado.
No hace falta ni mencionar las descabelladas cifras impositivas que invaden nuestras boletas de servicios, que en el caso del suministro eléctrico ascienden a más de la mitad. Así es, más de la mitad de lo que usted paga de “luz”, en realidad lo está pagando de impuestos, por lo que ese dinero a fin de cuentas no es ni el valor de su consumo, ni mejorará el servicio que usted recibe, sino que irá a parar a los bolsillos de un burócrata que decidirá arbitrariamente cómo es preferible gastarlo.
¿Y por qué es cara para ti, y no es un precio que sólo aplica para los empresarios o los “ricos”? Es sabido que todos los impuestos a la producción en cualquier tramo, terminan viendose reflejados en el precio final que paga el consumidor. El translado es directo e inmediato, sin mencionar los existentes impuestos al consumo, que sirven como una suerte de coartada para disfrazar de inofensivos para la clase trabajadora los mencionados anteriormente.
¿Y cuál es la salida? No hay que ser economista, ni un experto en el tema, para dilucidar lo que a esta altura constituye una obviedad: bajar los impuestos. No importa cómo ni por cuál se comience, cualquier rebaja impositiva tendrá un impacto en el corto o cuanto mucho en el mediano plazo en el bolsillo del consumidor.
Y si es una obviedad ¿Por qué hay que seguirlo divulgando?
Recordemos que estamos padeciendo un gobierno de corte socialista, y lo obvio pasa a ser irreal mientras que lo ridículo puede ser sensato luego de tan solo un par de declaraciones que aparezcan por TV del presidente o altos funcionarios.
No olvidemos que el gobierno en repetidas oportunidades ha elogiado diferentes aspectos del modelo de país que lleva Argentina y, para sorpresa de algunos y terror de muchos, este país precisamente no es famoso por tener bien resuelta la cuestión de la energía, que históricamente se ha intentado parchar subsidiando tanto el consumo como la producción, y estableciendo nuevos impuestos para otros sectores, además de muchas otras maniobras más descabelladas de las que por ahora afortunadamente parecemos estar más lejos (retenciones a exportadores, intervención total del mercado de divisas, saqueo del sistema de pensiones, y se puede seguir mencionando más).
Entonces la conclusión a la que llegamos es la siguiente: la luz no es cara, el estado es caro. Para que baje el precio de la luz, como de muchos otros productos y servicios que se comercian y brindan en nuestra nación, hay que reducir los impuestos, y para eso es necesario que el gasto público también apunte a ser menor, y no a crecer como no ha parado de hacerlo hace tiempo.
¿Hasta cuándo vamos a permitir que el gobierno se siga saliendo con las suyas, y tratándonos como si no entendiéramos lo que está pasando?
No hay que dejar de alzar la voz ante estas injusticias, y deberemos seguir divulgando la verdad, porque ellos seguirán intentando taparla como sea.
El gobierno debe bajar los impuestos, la electricidad se torna polémica por ser un servicio esencial, y es urgente solucionar esta situación, pero esta lógica también se extiende a los demás productos y servicios del mercado, los cuales mientras más se entrometa el estado, se imposibilitará más que sean alcanzados por muchos españoles.
De la mano de ésto ¿Quién decide qué servicio es esencial? Es una muy buena pregunta para hacerse también. Nadie tiene la potestad para decidir qué es importante para las personas; es una línea muy difusa y difícil de establecer, para lo que quien más información tiene es el consumidor mismo.
En nuestro país, como en muchos otros alrededor del mundo, un ejemplo fácil para dilucidar del éxito del mercado como mecanismo para hacer llegar bienestar a la gente, es el de la telefonía.
Telefónica nació como un monopolio, y no fue hasta que se introdujeron al juego más factores relacionados con el capitalismo que mejoró considerablemente la calidad y el alcance de este servicio que hoy al igual que la electricidad es accedido por la enorme mayoría de los seres humanos.
¿Por qué esto no funcionaría con la electricidad? Rebajar impuestos como primera instancia, para luego quitarle los ojos y las botas del estado de encima al sector al punto de que haya una condición de competencia, demanda de tecnología, y presión que incentive el desarrollo y la baja de precios mediante la actividad privada.
Proteger la propiedad privada y la separación del estado de la producción en cada sector de la economía, es la única forma de mejorar la calidad de vida y el valor del trabajo de todas las personas del país.
¡Firma para decirle al gobierno que el camino correcto es uno con menos estado!